Monseñor Ezzati en seminario U. de Los Andes: “El crecimiento es una condición necesaria pero insufi

“A quien le fue dado mucho se le pedirá mucho, a quién se le ha confiado mucho se le pedirá mucho más”, abrió el Arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati. “A los empresarios se les dieron muchos recursos y el Señor les pide que, desde su vocación cristiana, puedan hacer cosas grandes, esa es su vocación”, agregó ante un auditorio lleno.

La ocasión: el seminario ‘El sentido de la política y la economía según la Doctrina Social de la Iglesia, en un año de decisiones electorales’, organizado por el ESE Business School de la Universidad de Los Andes, junto a la Unión Social de Empresarios Cristianos (USEC). En el panel, flanqueando al Arzobispo, se encontraba el ex precandidato presidencial Claudio Orrego, el presidente de RN Carlos Larraín, el empresario Pablo Bosch y el director del Centro Empresa y Humanismo Grupo CGE del ESE, Álvaro Pezoa.


Tras situar su reflexión como eco y continuidad del seminario que en 2012 se realizó bajo la organización de la Comisión Nacional Justicia y Paz, y como prolongación a la reflexión que los obispos del Comité Permanente propusieron al país en su carta pastoral ‘Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile’, el Pastor de Santiago sostuvo que, si bien existe un acuerdo social en torno a la necesidad de alcanzar el desarrollo, no parece haber acuerdo en cuanto al concepto mismo de éste.


En este sentido, explicó, para la Iglesia “el crecimiento es una condición necesaria pero insuficiente”, y el verdadero desarrollo es integral, es decir, aquel que “permite pasar de condiciones menos humanas a condiciones más humanas, alcanzando a todo el hombre y a todos los hombres”.


El riesgo de la desigualdad


El Arzobispo recordó que, en 2007, monseñor Alejandro Goic realizó un llamado a establecer un salario ético, recibiendo como respuesta “desde la descalificación, por no ser experto en economía, hasta la adhesión de muchos porque su voz expresaba una demanda de justicia”.


“¿Es sano moralmente –preguntó al empresariado– que nuestro país exhiba en sus indicadores, cuando se acerca al desarrollo, que casi medio millón de personas que trabajan sean todavía pobres e indigentes?”.


Acto seguido, exhibiendo cifras del Cardenal Reinhard Marx, Arzobispo de Munich, puso énfasis en las enormes desigualdades económicas que aquejan al planeta: El 2% de la humanidad tiene la mitad de la riqueza del mundo –lanzó ante el pasmo general–, el 1% de la población tiene el 40% de la riqueza, la mitad más pobre de la humanidad se reparte solo el 1% de la riqueza.


“Ciertamente es un escándalo –profirió–, un escándalo moral, y ustedes saben muy bien que esta situación es similar a la de nuestro país. Por eso quisiera de verdad invitarlos a que se sientan llamados, con su capacidad empresarial, con su corazón cristiano, a ofrecer estímulos y acciones concretas para cambiar el mundo en el sentido de la justicia”.


“Hay dos panes –dijo recordando la frase atribuida a Nicanor Parra–, usted se come dos, yo ninguno. Consumo promedio: un pan por persona”, y acto seguido advirtió sobre otra idea que, pasando un día por avenida Vicuña Mackenna, leyó escrita en un graffiti: “Si no hay pan para todos, no habrá paz para nadie... Y tienen razón –expresó–, es un hecho grave, hay que compartir, hay que compartir más, es urgente”, dijo y agregó que “la distribución de la riqueza, en la forma que se da hoy, requiere acciones prontas para acortar las brechas que todos conocemos, porque la situación puede llegar a ser fuente de una violencia que debemos desterrar antes que sea demasiado tarde”.


El bien común y el purgatorio de la política


Luego fue el turno de Claudio Orrego, quien llamó a “no confundir, como solemos hacer, la legalidad con la moralidad”. Y es que en Chile, sostuvo, hay situaciones legales que “son profundamente inmorales, y es bueno que nos atrevamos de una vez por todas a señalarlas”. En este sentido, indicó que la legislación permite, por ejemplo, que “grandes empresas comerciales paguen patentes de 600 pesos al año, cuando un comerciante de una feria libre paga una patente de 150 mil”.


“Yo creo que en nuestra cultura –dijo Orrego– el bien común desapareció, no existe ni siquiera conceptualmente. Hoy día el bien común es mi bien particular”.


“Cuando uno dice: tenemos que revisar el modelo, la gente a uno le pone una hoz y un martillo en la cara y dice: llegaron los bolcheviques –alegó, produciendo carcajadas empresariales–, cuando lo dice Benedicto XVI, es sana doctrina, así que voy a ocupar sus palabras y no las mías: ‘la crisis nos obliga a revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromiso, apoyarnos en las experiencias positivas y rechazar las negativas. Pensar un nuevo modelo, ya que la crisis se convierte en una ocasión, para discernir y proyectarlo de cara al mañana’”, expresó.


“Si yo rescato algo de la Doctrina Social de la Iglesia –dijo en definitiva–, es que nos dice a los cristianos que no solo el que dice ‘Señor, Señor’ entrará al reino de los cielos, sino aquel que pone en práctica la palabra del Señor, y la palabra del Señor no es cuántas veces fuiste a misa, no es cuántas veces rezaste, sino que estuve desnudo y me vestiste, y tuve hambre y me diste de comer”.


“No es fácil hablar después de un Arzobispo –comentó el senador Carlos Larraín–, monseñor Ezzati lo que quiere es que todos ustedes se vayan al cielo, y yo no quisiera que se vayan al infierno, pero les voy a abrir una ventanita por un rato al purgatorio en que yo me desempeño”.


“Yo me atrevo a decir que los empresarios desprecian a la política, pero claro, recurren a ella cuando se ven en aprietos –y, sin embargo, dijo– tienen un rol en política, no pueden seguir viendo cómo se desarrolla el proceso desde afuera”.


En este sentido, sostuvo que “no basta con estar denunciando la desigualdad y otras cosas con el dedo parado”, sino que hay que entrar en “el purgatorio de la política”, para mejorar la situación del país, “porque eso de las profecías auto cumplidas puede perfectamente darse en los años que vienen en Chile, y después no nos quejemos”, advirtió.


Para el empresario Pablo Bosch, el problema de Chile es que “estamos invadidos por la desconfianza”. Para alcanzar el desarrollo, opinó, “el compromiso entre empresas y trabajadores es fundamental”.


Finalmente, Álvaro Pezoa, director del Centro Empresa y Humanismo del ESE, señaló: “Si hay algo que nos propone el cristianismo, es que con nuestro trabajo en la empresa, nuestro trabajo en la política, nuestro trabajo pastoral en la jerarquía de la Iglesia y el sacerdocio, y también, modestamente, lo que aportemos los profesores y cada uno de ustedes aquí presentes, podamos hacer este mundo mejor, podamos contribuir al orden social, podamos ser dignos y dar gloria a Dios”.


Fuente: Comunicaciones Iglesia de Santiago.

www.iglesiadesantiago.cl



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