Cumbre Humanitaria: La Santa Sede comprometida en fomentar una cultura de la paz

El cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, intervino ayer como representante de la Santa Sede en el Segmento de los Líderes de la Cumbre Humanitaria Mundial inaugurada en Estambul (Turquía) con un discurso en que destacó el apoyo del papa Francisco a la convocación de dicha Cumbre con la esperanza de que cumpla el objetivo de colocar a la persona y a la dignidad humana en el centro de cualquier respuesta humanitaria mediante un compromiso común “que – dijo- elimine de manera decisiva la cultura del descarte y el desprecio por la vida humana, de modo que ninguno se vea abandonado u olvidado y de que no se sacrifiquen más vidas debido a la falta de recursos y sobre todo de voluntad política”.

“La persona humana debe ser el objetivo de cualquier y de toda acción humanitaria -añadió- Esto trasciende la política y es absolutamente indispensable, incluso, y sobre todo, en casos de desastres y conflictos.

En nuestro mundo altamente interconectado, el uso de la fuerza y de los conflictos armados afectan, de diferentes maneras, a todas las naciones y los pueblos. Nadie está a salvo. Una cultura del diálogo y la cooperación debería ser la norma para hacer frente a las dificultades del mundo. La fuerte dependencia de la intervención militar y de las políticas económicas egoístas es miope, contraproducente y nunca la solución adecuada para estos desafíos”.

“El genocidio, los ataques deliberados contra civiles, el rapto y la violación de mujeres y niños, la destrucción del patrimonio cultural son sin duda el veneno de pensamientos criminales, pero tales ideas comienzan en los corazones y mentes humanas” -advirtió el cardenal-.

“Por lo tanto, para prevenirlas es necesaria la educación y los cambios en los modelos formativos que inculquen el respeto a la persona humana, especialmente las más débiles y frágiles. Los líderes políticos tienen una responsabilidad especial para traducirla en acciones y políticas concretas”

“La prevención de los conflictos armados es posible. No es un sueño, ni una ilusión. Las regiones que disfrutan de paz, seguridad y la ausencia de conflictos armados son prueba de esta afirmación. En los momentos importantes de la historia, los grandes líderes han tomado decisiones proféticas, basadas en un sentido de la profundidad y el valor de la dignidad de la persona humana. Al hacerlo, han ofrecido a sus naciones la oportunidad de construir comunidades inclusivas y duraderas, y han allanado el camino hacia un futuro mejor para todos. La Santa Sede -reiteró el Secretario de Estado al final de su discurso- está haciendo su parte para construir una fraternidad real y concreta, entre los pueblos y las naciones”.


La Santa Sede comprometida en la prevención y fin de los conflictos

Asimismo por la tarde, el cardenal Pietro Parolin, intervino en una mesa redonda dedicada al tema “Liderazgo político en la prevención y el final de los conflictos”. En el debate el purpurado subrayó que en el mundo actual, atormentado por una serie de conflictos latentes y en curso, nada es más importante que prevenir y terminar con las hostilidades.

“La sabiduría reconoce que “Una onza de prevención vale una libra de curación”, afirmó, y los supervivientes de la muerte y la destrucción, de los desplazamientos masivos y de la miseria que estos conflictos causan claman por una acción urgente”.

“La Santa Sede -continuó- está firmemente convencida de la naturaleza fundamentalmente inhumana de la guerra y de la necesidad urgente de prevenir y poner fin a los conflictos armados y a la violencia entre los pueblos y los Estados, con formas que respeten los principios éticos comunes que unen a todos los miembros de la familia humana y constituya la base de toda acción humanas o humanitaria”.

“En respuesta, e inspirándonos en la Carta de la ONU, nos unimos en nombre de toda la humanidad para preservar a nuestros hermanos y hermanas y a las generaciones futuras del flagelo de la guerra y los conflictos armados. Ya no debemos confiar principalmente en soluciones militares sino más bien invertir en el desarrollo, que es esencial para la paz y la seguridad duraderas. De hecho, la construcción de la paz y la seguridad duraderas significa buscar el desarrollo humano integral, así como abordar las causas profundas de los conflictos”.

Después, reiterando que la Santa Sede, había hecho suya desde hacía tiempo esa concepción, reafirmó los compromisos siguientes:

La Santa Sede se compromete a trabajar sin descanso junto con los gobiernos, la sociedad civil y todas las personas de buena voluntad para promover el desarme y la prevención de conflictos y para sostener los esfuerzos a largo plazo para construir una paz duradera.

La Santa Sede se compromete a fomentar, a través de la “diplomacia informal y formal”, una cultura de la paz, la solidaridad activa y el pleno respeto de la dignidad inherente al ser humano, construida también sobre el diálogo interreligioso dinámico, convencida de que las religiones deben ser una fuerza positiva en la prevención y el final de los conflictos.

La Santa Sede se compromete a emplear sus recursos para alentar a las escuelas e instituciones sociales en la educación para la paz y las sociedades inclusivas, que son esenciales para evitar conflictos.

La Santa Sede se compromete a contribuir al trabajo colectivo para prevenir las crisis humanitarias en las que el desarme puede jugar un papel importante en asegurar una convivencia pacífica entre las naciones, así como la cohesión social dentro de ellas; nunca se cansará de trabajar por el desarme nuclear y la no proliferación, la prohibición de las minas antipersonales y de las municiones en racimo, así como para prevenir la expansión y el despliegue de nuevos sistemas de armas, tales como los sistemas autónomos de armas letales.

Por último, citando el discurso pronunciado por el papa Francisco ante los Movimientos Populares en Bolivia el pasado mes de julio, dijo: “La Santa Sede considera que el compromiso primario y el objetivo de la Comunidad Internacional debe ser la prevención de conflictos, mediante la inversión en el desarrollo sostenible e integral que no olvide a nadie, no importa cuán pequeño, de modo que no haya ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una venerable vejez”.

“Tras haber articulado el inmenso desafío al que nos enfrentamos -concluyó- la Santa Sede sigue comprometida a cumplir su parte para salvar vidas y preservar a las generaciones futuras de los flagelos de la guerra”.

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