Obispo Auxiliar de La Serena celebra 50 años de sacerdocio

“De jovencito, a los 15 o 16 años, nunca pensé en el sacerdocio. Más bien era contrario a la idea, pero Dios se cruza por la vida de uno y luego comprendí que me llamaba a una entrega total a Él”, nos dice Monseñor Luis Gleisner al recordar su historia en la Iglesia.

Don Luis de joven estudió en el colegio de los Sagrados Corazones en Santiago, donde recibió una formación cristiana y luego en la Universidad Federico Santa María de Valparaíso, donde ingresó para estudiar ingeniería eléctrica. Allí participó de la Asociación de Universitarios Católicos, también conoció el Opus Dei y tras graduarse como el mejor alumno de su promoción, pidió su admisión el año 1958, sin la intención de ser sacerdote, sino para vivir como laico en su espiritualidad.


“Comencé mi formación en Chile con los primeros semestres de filosofía y el año 58 partí a Roma para continuar con estudios de filosofía, luego la Teología, también derecho canónico. Partí a España a terminar la teología y estuve allí dos años, hasta recibir la ordenación sacerdotal”.


¿Al conocer al Opus Dei siente el llamado al sacerdocio?


“Uno no ingresa al Opus Dei para ser sacerdote, si uno quisiese ser sacerdote tendría que ingresar a un seminario diocesano. En principio el pensamiento era ejercer mi profesión como laico, entregado a Dios en el Opus Dei, pero con el correr del tiempo dije en el seminario donde estudiaba en Roma que si era necesario que me ordenara, estaba dispuesto. Ya la idea había evolucionado y madurado; y estado dispuesto a ordenarme sacerdote”.


El primer año de ordenación lo vivió en Madrid y Barcelona, con los primeros quehaceres pastorales. Antes de cumplir el año vuelve a Chile y comienza a atender la Escuela Agrícola Las Garzas, obra corporativa del Opus Dei, cerca de Chimbarongo, en la sexta región. También apoyó pastoralmente al párroco de Tinguiririca, dentro del territorio parroquial en que estaba el colegio. Trabajó un tiempo como técnico en electrónica, fue profesor de matemáticas y física, también de religión y filosofía. Además profesor de Sagrada teología y Derecho Canónico en el Studium Genérale de la prelatura del Opus Dei. Con el correr del tiempo el Obispo de Rancagua, don Alejandro Duran le pide colaboración en el tribunal eclesiástico de Rancagua y después, asumiendo ya don Jorge Medina, fue Vicario Judicial de Rancagua. Allí fue Obispo Auxiliar, hasta que es nombrado en el mismo cargo en la Arquidiócesis de La Serena.


Son 50 años de fidelidad a Dios. ¿Y con momentos de debilidad?


“Esta es una fecha de una intensa Acción de Gracias al Señor, porque me doy cuenta cómo Dios derrocha su gracia en las personas que llama a su servicio. Jamás he dudado ni un segundo de mi vocación, nunca. ¿Dificultades? Quizás de carácter, pero nunca de tibieza espiritual, porque en el Opus Dei hay medios de formación y de asistencia espiritual muy intensos para todos sus fieles, de modo que si uno cuida esos medios de formación, su vida espiritual y su vida de oración, las cosas van hacia adelante. El apoyo del Opus Dei ha sido una cosa esencial y fundamental”.


¿Quiénes lo han marcado en estos años?


“El fundador del Opus Dei, San José María Escrivá de Balaguer. Tuve la gracia y la responsabilidad de haberlo conocido personalmente en Roma y haber trabajado en mi profesión de ingeniero electricista en la construcción de los edificios de la casa central en Roma, de modo que tenía ocasión de verlo muy seguido y con mucha frecuencia, lo cual me marcó fundamentalmente, con alegría y lleno de optimismo, de gusto en lo humano”.


¿Desde su experiencia, qué no debe faltar en la formación de un futuro sacerdote?


“No debe faltar una dirección espiritual constante, bien llevada por parte del seminarista, con una apertura y una sinceridad muy grande de él hacia el director espiritual y viceversa. El director espiritual tiene que saber exigirle al seminarista. Un Obispo Diocesano no puede estar en un cargo así, como el que me ha confiado Monseñor Donoso en el seminario, porque es incompatible. Es para mí una alegría muy grande haber podido colaborar y estar colaborando en la formación de los sacerdotes de la diócesis”.


¿Y qué no debe faltarle al sacerdote una vez ordenado?


“No le debería faltar la formación permanente, seguir cuidando su propia formación tanto en el aspecto doctrinal –en que la diócesis tiene por ejemplo la semana teológica, el retiro espíritu anual, la jornada de formación mensual - y lo mismo que al seminarista, tampoco le debería faltar la dirección espiritual, acceso a la confesión frecuente; aunque no sean cosas tremendas las que tiene que confesar, porque nunca es normal ofender a Dios ni siquiera en cosas pequeñas. La confesión frecuente ayuda a afinar la vida espiritual y el amor a Dios muy cercanamente.


¿Y cómo influye el pueblo fiel en la formación del sacerdote?


"La comunidad parroquial es exigente. Uno se da cuenta que la comunidad exige del sacerdote una dedicación muy fiel a su ministerio. El sacerdote tiene que preocuparse de muchas cosas y por eso hacen falta muchas vocaciones sacerdotales, para atender a los fieles en la confesión, la catequesis, la asistencia a los demás sacramentos, matrimonios, bautizos. Es una actividad pastoral muy intensa y que la gente la reclama, de modo que el sacerdote siempre tiene que estar en buena forma, como se dice. Por eso no le debe faltar nunca la dirección espiritual y el cuidado de su propia vida espiritual".


¿Hay diferencias en el ser sacerdote hace 40 ó 50 años y serlo hoy?


“Fundamentalmente es lo mismo. Quizás en esta zona del norte se nota la falta de sacerdotes; yo venía de Rancagua donde gracias a Dios hay bastante sacerdotes, ninguna parroquia sin párroco y algunas con más de un sacerdote. En nuestra arquidiócesis de La Serena tenemos tres parroquias sin párroco, que la atiende el párroco vecino, con la ayuda de un diácono que ya tiene toda su parroquia. Lo que tiene que hacer el sacerdote es fundamentalmente lo mismo, atender a su gente, administrar los sacramentos, organizar la catequesis. Se nota sí que el ambiente cristiano se ha deteriorado, hace 50 años no estaba tan corrompida la sociedad como ahora, hay una influencia de descristianización muy grande y eso exige todavía más dedicación del sacerdote”.


¿Qué le han parecido los primeros meses del Papa Francisco?


"Es una bendición de Dios el Papa, siempre se dice que la iglesia tiene los vicarios de Cristo que necesita. El Papa Francisco le ha puesto a la Iglesia una inyección de vigor muy grande. Hemos visto en la jornada mundial de la juventud, cómo el Papa ha movido a esos miles y miles de jóvenes. Tiene un modo de llegar muy cercano y un modo de predicar que le llega muy fácilmente a la gente y, además, es exigente. Es una acción de gracias que debemos darle al Señor por el Papa que tenemos en este momento".


Fuente: Comunicaciones La Serena



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