15 de agosto: la gran fiesta de la Iglesia de Talca

A la plaza de armas de Curicó empezó a llegar la gente desde tempranas horas, quienes fueron acogidos en el Liceo con té y café para el frío. Pasadas las 9:00 de la mañana comenzó la procesión, presidida por la Virgen llevada en andas en una barca, haciendo alusión a que nos encontramos en el Año de la Fe.

Por zonas pastorales se organizó la caminata, comenzando con Curicó Cuidad y su tradicional color blanco, el verde de Talca Rural, Curicó Rural con plumeros y globos amarillos, la zona Costa llena de azul y Talca Ciudad con su rojo.


Tras recorrer más de un kilómetro para llegar a la medialuna, lugar en que se realizó el encuentro, el grupo My-Sion estaba allí dando la bienvenida y animando el ambiente; las zonas ocuparon el lugar que les esperaba, marcado por su color.


Hacia las 11:00 horas, como estaba previsto, comenzó la Eucaristía, presidida por el obispo de Talca, monseñor Horacio Valenzuela, y concelebrada por el padre Felipe Egaña, vicario pastoral, el padre Cristián Avendaño, vicario de Curicó y coordinador del evento, el padre Nelson Chávez, quien cumplía 10 años de sacerdocio, entre otros.


El obispo comenzó su homilía dando las gracias a los religiosos y religiosas de nuestra Diócesis, en el día de la vida consagrada. “Con la Asunción de María confirmamos una buena noticia: que la vida continúa después de la muerte, que el Reino de Dios lo construyen los sencillos y pobres de corazón, que tiene sentido perdonar, sufrir y gastarse por los demás”.


Más adelante señaló que “María, desde la vida eterna, sigue día a día construyendo la Iglesia. Ella sigue renovándola como comunidad de discípulos misioneros que viven en el mundo sembrando el amor de Dios. Ella cuida que la Iglesia nunca deje de ser madre, vive atenta para que jamás se nos olvide que el hijo más importante es el más indefenso, el que está en peligro, el que es maltratado o está solo”.


Luego, le pidió a toda la asamblea que repitiera la siguiente frase: “El anhelo de María es que todos tengan a Cristo en su corazón” con la intención de que nadie lo olvide. Y luego continuó con relación al evangelio “cuando María fue a la casa de Isabel nos recuerda que ser discípulos, amigos de Dios y misioneros es una misma cosa. María nos recuerda que no se puede separar la oración del testimonio de amor a los hermanos; que no se puede separar la formación del esfuerzo por rescatar a los hermanos del frío, de los engaños de la sociedad de consumo, de la injusticia y la violencia. El discípulo misionero no separa los sacramentos de la vida que vive, ya decía el padre Hurtado la misa es mi vida y mi vida es una misa prolongada”.


Finalmente, el pastor dijo que “Mirando a María encontramos nuestra identidad, mirándola sentimos el llamado a la conversión, el llamado de llevar a Cristo en una Iglesia más materna, desinstalada y servidora. El papa Francisco nos ha dicho que el resultado del trabajo pastoral no se basa en la riqueza de los recursos sino en la creatividad del amor. Mirando a María comprendemos que la Iglesia está llamada a ser misionera siempre (…) Llevando a Cristo en su vientre y en su alma, María inició una nueva corriente de amor solidario que abandona la altura, lo seguro y conocido, para estar disponible, escuchar y acompañar. Esta es la Iglesia que brota del amor de Dios y que no conoce otra alegría que servir. Junto a los jóvenes que fueron a la JMJ el papa nos ha invitado a salir para irradiar la hermosura de Dios, a llevar su presencia en forma de compromiso, de alegría y de consuelo. Son tantos los que nos esperan dice el papa, necesitados de ser alcanzados por la mirada misericordiosa de Dios, el Buen Pastor, al que todos estamos llamados a hacer presente”.


Un momento especial, fue el envío que realizó monseñor Valenzuela a los jóvenes que vivieron la JMJ, quienes pasaron adelante y recibieron de él, unas estampas del papa Francisco que entregaron a la salida de la medialuna, teniendo especial cuidado en que todos los presentes recibieran una.


Antes de finalizar, seis parejas de huasos, de diferentes zonas pastorales le rindieron homenaje a nuestra madre, con dos pie de cueca, las que fueron apreciadas por el público, que aplaudía marcando el ritmo de la música.


Fuente: Comunicaciones Talca



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