La catedral se repletó de personas, entre ellas sus familiares y autoridades regionales, comunales y la mayoría de los parlamentarios de la zona. Estuvieron también el Padre Juan Antonio Cruz Serrano, secretario de la Nunciatura Apostólica, quien expresó el saludo de la Santa Sede; el padre Edgardo Ojeda lo hizo a nombre de la Coordinación del Clero de la Arquidiócesis; el padre Samuel Fernández, habló a nombre de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde Monseñor Moreno fue decano.
Al concluir la eucaristía, Monseñor Chomali manifestó que muchas personas llegaron a despedir a Monseñor Moreno. “Vino gente de muy lejos, muy humilde; habían intelectuales, autoridades, políticos, jóvenes, adultos, adultos mayores. Esta es la Iglesia que quiso dar un justo homenaje a un hombre humilde que estudió la Biblia toda su vida y que la predicó. Yo quiero agradecer a las personas que acompañaron a un hombre que a los 86 años de edad falleció en paz, tranquilo consigo mismo, y con Dios”.
También resaltó la obra de Monseñor Moreno como la creación de la UCSC, del instituto de Bioética; creó una escuela de formación teológica, le dio un impulso muy grande a la Pastoral Social y también al seminario de Concepción, conocido por la excelente formación intelectual y tuvo una preocupación muy grande por la formación de sacerdotes.” Una persona que está 17 años en una arquidiócesis puede hacer muchas cosas y él las hizo, pero tal vez la característica más notable es que lo hizo con humildad y sencillez y eso tiene un valor importante”.
Monseñor Bacarreza expresó que de los 17 años que estuvo Monseñor Moreno como arzobispo de Concepción, “yo estuve 15 años como auxiliar de él. Además lo conozco muchos años, desde mi época de estudiante y cada vez que íbamos a Roma nos reuníamos. Tengo muy hermosos recuerdos de él y él me enseñó el amor a las Escrituras, después me dediqué a ellas y hasta ahora sigo haciendo clases en el Seminario de Concepción, vengo todos los lunes. Por eso, monseñor Moreno ha sido muy importante en mi vida”.
Monseñor Ricardo Ezzati dijo tener una estimación enorme por Monseñor Antonio Moreno y destacó cualidades como la sabiduría y la sencillez. “Por la gran sabiduría teológica y bíblica y por la sencillez de trato, no sólo de vida personal, sino también trato pastoral, con mucha gente, acompañando a los seminaristas, especialmente en las misiones de Arauco, en familias muy pobres, perdidas muchas veces en la cordillera de Nahuelbuta. Con los seminaristas daba todos los años una misión en esos lugares y con mucha sencillez compartía con la vida de la gente. El gran tesoro de un obispo y de Monseñor Moreno es Jesucristo. Y la alegría más grande que uno puede tener como obispo es justamente es anunciar al Señor en las circunstancias de la vida”.
El Cardenal Jorge Medina indicó que “vine al funeral de Antonio porque fuimos muy amigos desde el tiempo del seminario y lo acompañé cuando era académico de la Facultad de Teología; yo también lo era. Anduvimos muchos trotes en este mundo. Yo le tuve una gran admiración, era un hombre de una sola pieza, muy sincero, muy desprendido; nunca le vi afición por alguna cosa material. Más de alguna vez le regalé cosas, que le duraban, como decía mi mamá: lo que dura el pollo en la casa del enfermo. Le regalé cosas y al siguiente él las regalaba. De un celo apostólico tremendo nunca rehusó ninguna petición para ir a predicar, para ir a evangelizar, siempre con una disponibilidad muy grande. Gran sacerdote”.
Teresa Vargas Argel, una mujer de la zona de Rolecha llegó junto a otras seis personas para testimoniar el cariño a Monseñor Moreno, en el lugar en que fue párroco por varios años. “Tengo los mejores recuerdos, porque lo conocí desde niña, desde los primeros días que él llegó a la parroquia de Rolecha. Estuvo 14 años como párroco, pero recorrió todos los lugares apartados, las islas y los alrededores. Eran muchas las capillas que recorría evangelizando. Lo hacía a caballo, tenía su caballo propio, el Resbaloso; lo hacía en lancha, en bote e incluso caminando largas distancias para no faltar. Era un misionero comprometido y de todo terreno. Si decía que iba a estar, cumplía. En realidad, don Antonio es un ejemplo para las nuevas generaciones de sacerdotes. Era muy cercano a la gente”.
Claudio Moreno, actor, sobrino de Monseñor Moreno, señaló que siente tristeza, pero al mismo tiempo mucha alegría de ver que su vida y obra fueron destacadas. “Me llama la atención que su manera de ver la vida a través de la religión haya tenido bastante impacto en la gente en esta zona y donde estuvo de misión y donde él evangelizó. En lo personal, fue una marca. El generó en nosotros y en mí, en lo particular, un apego al cristianismo. Gracias a él hemos vivido la fe profundamente. Guardo muchas anécdotas con el tío Antuco, como le decíamos cariñosamente. Era amante de la montaña y a menudo, cuando estaba en Santiago, le gustaba subir cerros. Partíamos a media tarde, llevábamos algo de comer y bajábamos al día siguiente. Era muy bueno para caminar; era amante de la bicicleta y muy bueno para andar en moto. Teníamos muchas cosas en común. Yo heredé de él varias cosas, por ejemplo heredé el apego por las motos, la pasión por las bicicletas y la pasión por comunicar”.
Los restos de Monseñor Moreno fueron sepultados en la cripta ubicada en el subterráneo de la catedral, to en que sólo participaron los obispos y su familia.
Fuente: Comunicaciones Concepción
Publicar un comentario